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La Malanga: músicos peruanos en rescate de la salsa dura

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La Malanga: músicos peruanos en rescate de la salsa dura

Gabriela Machuca

El grupo La Malanga, compuesto por músicos formados en universidades y el ex Conservatorio Nacional de Música, se ha propuesto rescatar la salsa dura de los 60 y 70. Pero, además, con composiciones propias. Ya están preparando su primer disco.

Trombón. Historia de la música latina. Lectura y entrenamiento auditivo. Esas eran las tres materias que tenía a cargo Fernando Flores Pérez (42) cuando dictaba en la UPC, no hace tanto tiempo. Fue durante el ejercicio de aquella chamba, la de formar músicos en el claustro académico, que tuvo una revelación: caminaban por el mundo algunos millennials a los que les gustaba demasiado la salsa. No cualquiera, además. La dura. La de culto hoy. La de los años 60 y 70. La que a él le corría por las arterias al compás de la sangre. Con la dirección adecuada, pensó, estos chicos podrían convertirse en los nuevos cultores de aquel sonido antiguo, fuerte, elegante. Los rescatistas. Pero, sobre todo, los nuevos gestores. El eureka, entonces, sonó allí mismo. Había que reclutarlos ya. Sa. Sa. Sa. Al grupo lo llamó La Malanga.

“Yo venía de integrar una agrupación que tenía la misma intención, tocar salsa fundamental. Se trataba de La Efectiva, que se disolvió en el 2014. La diferencia con La Malanga es que en aquella todos los músicos eran mayores que yo. Aquí ocurre lo contrario. La mayoría son jóvenes egresados de la carrera de Música de la UPC, la PUCP y el ex Conservatorio. Algunos incluso siguen estudiando, como nuestro tecladista, de 18 años. Uno de nuestros miembros fundadores, Edoard Sánchez, también tenía 18 años. Él lamentablemente falleció, pero siempre le dedicamos nuestro trabajo. Y así, todos poseen muchísimo talento”, narra Flores, también trombonista de la Orquesta Sinfónica Nacional.

El grupo se presenta una vez al mes en el Jazz Zone de Miraflores y en eventos privados con un repertorio que es pura música y miel para los oídos de entendidos y entusiastas. Eddie Palmieri y La Perfecta, Johnny Colón, Ray Barretto, Willie Colón. Usted pida la leyenda de la interpretación o la composición. Es probable que tengan más de un tema preparado. Por lo pronto, ya se están volviendo caseritos de las hermandades salseras, estas comunidades de aficionados que se localizan en varios distritos de la ciudad. El 28 de enero, apunte en la agenda, tienen presentación pactada con Salseros de Acero, en Surquillo.

Entre el aula y la calle
Antony Borda Telles (22) y Josué ‘Skott’ Dávila (23) son percusionistas. El primero ya es bachiller en Artes Escénicas con mención en Música y ha elegido como tema de investigación para obtener el título la historia de la salsa en el Perú. “A pesar de que soy joven, el género me llama tremendamente la atención. Conforme más lo conozco, más quedo prendido. Creo que esto podría pasarles a tantos otros como yo”, narra.

La Malanga tiene sonando tres años y, aunque cada vez más va afianzando su sitio en el ruedo del swing, aún tienen que ir por ahí derribando mitos. Esos referidos a que la salsa no se puede aprender en salones de clase, sino en la calle. “Creo que, como en todo, es necesario el balance. Cuando uno estudia Música, eres más consciente de lo que haces. Todas las herramientas aprendidas las puedes usar para expandir el conocimiento en cuanto a rítmica y armonía. El músico empírico, sin embargo, no se limita a las reglas. Se ‘manda’ no más. Lo ideal es que se tenga un poco de los dos”, indica Dávila.

Tradición presente
Es cierto que este tipo de música no es de las predilectas hoy por las masas. “Una de las características más resaltantes de la salsa dura, que va desde fines de los 60 a inicios de los años 80, es que intenta ofrecer un punto de vista sobre el mundo desde los sectores populares, en los que se insertan grupos fundamentalmente marginados étnicamente (como el afroamericano) o por clase (como la obrera). A veces, incluso, se confunde o compara con la realidad delincuencial en lugares como Nueva York o Puerto Rico. Entonces muchos se identificaban con sus letras y sonidos porque les eran familiares. No obstante, esta salsa se va haciendo más comercial y va perdiendo esa conexión especial con la gente”, explica el historiador Jesús Cosamalón, invitado especial de la orquesta. Con ellos toca campana y bongó.

Flores, sin embargo, cree que este subgénero musical ganaría mucho más adeptos si hubiera más canales de difusión. Después de todo, no se quiere lo que no se conoce. “Los jóvenes, aun aquellos a los que les gusta la salsa, no tienen información sobre la ‘fundamental’. Cada vez que tocamos ante un público nuevo, este termina siendo atraído. Es así. Así podría ir creciendo. Pero las radios no apoyan, hay unas cuantas en Internet, pero no es suficiente”, comenta.

Para poner el grano de arena, ellos ya preparan su primer disco, el cual saldría este año. “Incluiría canciones nuevas hechas por compositores peruanos. Queremos innovar, sí, pero siempre conservando aquel sonido añejo tan especial ”. Que así sea.


Fuente: El Comercio

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