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Gilberto Colón Jr.

Photo by AllenSpatzPhotography.com

Nació el 28 de diciembre de 1953, Ramonita Pérez Roche, la madre de «El Pulpo», armonizaba las incidencias de el programa televisivo «La taberna India», por Telemundo, le inculcaba a su hijo el amor por la música boricua.
La primera etapa de su educación transcurrió entre la escuela elemental de Villa Padres y la del barrio Lomas Verdes, en Bayamón, cuando vivió la dura experiencia del divorcio de sus padres.
«Me acuerdo de que me entró la fiebre de la música jíbara, de tríos, de trovadores: ésa fue mi primera experiencia (musical), eso fue importante porque aquí me estaba criando como americano con Los Beatles».
A sus 13 y 14 años de edad, «El Pulpo» vivió, en los años sesenta, la fiebre del rock & roll que azotó a Estados Unidos y el mundo.
«Tenía marcada una mancha de plátano porque me metí la fiebre musical arriba y mi mamá tenía toda esa música, rompí a escuchar a Rafael Cortijo, Maelo Rivera y al escucharlos, se me pegó más el afán por esa música, aún no existía la salsa, aquella era música puertorriqueña», acota al hacer las distinciones entre sus influencias primeras, boricuas, y la sonoridad neoyorquina a la que dedicó gran parte de su carrera artística.
Fue así como Ramonita Pérez lo matriculó en una de las tantas escuelas de música que para la época proliferaban en Nueva York, atendiendo sus peticiones de un timbal y cursos para aprender a tocarlo.
«Asimilé el timbal y la fiebre de la percusión, en la high school (escuela superior) empiezo a tocar drum (tambor) en la orquesta, en la clase de música, había que audicionar y me escogieron para tocar batería, pero yo estaba enfuscado en el timbal», cuenta el pianista.
El destino le tenía preparada otra jugadita, cuando la oportunidad de destacarse como intérprete instrumental de jazz le llegó, fue con un puesto para tocar la segunda trompeta en un jazz ensamble.
Para esta nueva tarea, tuvo que estudiar con un maestro privado, pero por escasez de recursos económicos, no podía ir siempre.
«Eran $5 por clase, seguí la enseñanza de la trompeta, aunque siempre con la esperanza de tocar timbal», precisa.
1966
En Nueva York, aparece Johnny Colón con su «Boogaloo Blues» y desata una fiebre por el nuevo movimiento afrolatino que se lleva consigo a «El Pulpo», al punto de que forma una banda con sus compañeros de escuela superior, degusta el boogaloo, repugna el pop y se aferra a la salsa
1968
Con la experiencia que logró con esa agrupación, empezó a tocar con la orquesta de la nueva escuela, pero tocaban pop.
«No era de mi agrado, yo quería tocar música latina, me quedé en la orquesta para tener una hora» menos de clases, especifica en tono jocoso.
Ese mismo año, conoció a Oscar Hernández, un joven músico que también tocaba la trompeta y del que se hizo amigo.
Se hizo un autodidacta del piano, el instrumento que le traería sustento y fama por el resto de su vida junto a destacadas orquestas como la de Héctor Lavoe, La Diferente, Pete «El Conde» Rodríguez, Chocolate Armenteros y muchas otras.
Confirmaría, por ende, su llamado latino a la salsa, fermentado en las letras en español que comenzaron a difundir Willie Colón, Richie Ray, Joe Cuba, Willie García, Los Hermanos Lebrón y un sinfín de otras orquestas puertorriqueñas y neoyorquinas de la época.
«En ese tiempo, la banda brava para nosotros eran Los Hermanos Lebrón y se escuchaba porque tenían un swing diferente, más del blues, se atrevían a hacer cosas que iban fuera de los patrones, no les faltaban el respeto a la estructura, pero en la sabiduría musical que tenían, lo hacían diferente a lo normal, eran pioneros, como también lo eran Willie Colón, Joe Cuba y Ricardo Ray, ellos impactaron la música latina, ellos fueron los que nos invitaron a nosotros los de la generación emergente a meternos» en el fructífero ambiente en el que despuntaría.
«Willie Colón no tuvo temor ni miedo de cambiar los patrones de lo que había planteado la gente que vino antes que ellos y esa diferencia lo convirtió en un icono», opina con firmeza el talentoso pianista.
Por eso, explica «El Pulpo», él y los colegas de su generación abrazaron ese estilo.
«Bravo, aunque no era lo formal, Héctor Lavoe se pegó a él con dominio del lenguaje español y esa combinación fue perfecta», destaca al afirmar que, mientras Willie Colón derrochaba maestría como artífice de las melodías.
«La malicia del lenguaje la aportaba Héctor Lavoe y eso fue lo más impactante».
El músico puede argumentar al respecto porque participó directamente en la orquesta de Willie Colón.
1970
«En el piano era flojo, uno empieza tratando de imitar a alguien y yo trataba de copiar a Eddie Palmieri, pero lo hacía bien mal», comenta sobre el período que compartió en bodas y barras con Eddie Montalvo en el bongó, Roberto Bracero en las congas y Frankie Hernández en el trombón, entre otros colegas.
«Me embarré en el primer ensayo al que me invitaron, me vi por primera vez frente a una partitura de música latina y yo no sabía ni qué hacer con los acordes, no tenía idea de nada, el director, José Febles, me dijo que yo no estaba preparado para ese grupo», cuenta.
1971
Permaneció en la agrupación, para aprender.
1973
Participó de la grabación de los discos «La sociedad» y «Fuerza bruta», realizados para el sello Vaya Records.
En ese tiempo conoció personalmente a Héctor Lavoe.
«Pues tocamos en el bautizo del hijo de él, que el padrino fue Willie Colón».
Ingresó a la banda de Ángel Canales, con quien realizó un viaje a Puerto Rico y tocó en el salón Monte Casino, en Bayamón, y El Caborrojeño, en Guaynabo.
A finales, Oscar Hernández lo llamó para que tocara con la orquesta de Pete «El Conde» Rodríguez, con el que permaneció trabajando por varios meses.
«Me fui de su orquesta porque en una ocasión que él tenía un viaje a Puerto Rico, del que yo estaba muy emocionado en hacer, llamó a Oscar para que se fuera a tocar con él prometiéndole que al regreso del viaje yo permanecería en la banda, mi compadre Oscar me lo dijo y me dolió mucho porque me jodí para hacer la banda y realizar el trabajo y el que no confiaran en mí me mató, por eso me rajé de la orquesta», sentencia el pianista.
1975
Chocolate Armenteros lo invitó a trabajar con él, relación que derivó en la producción de dos álbumes: «Hot Chocolate» y «El rincón».
Ese mismo año, se fue a los estudios, pero esta vez los de televisión, acompañando a Mon Rivera en Puerto Rico en varios programas de «El show de las 12».
Una vez alcanzada su meta de tocar bien el piano, lo llamó Héctor Lavoe con la noticia de que se le habían ido de su orquesta cuatro músicos, justo cuando estaba pegada su canción «Periódico de ayer».
«Él me llama diciéndome que me quería ver para tocar un baile en el Cerromar Casino, en El Bronx, yo estaba con Kako y tenía un trabajo privado, y Héctor representaba la oportunidad de dejar el trabajo y vivir de la música, que eso era lo que yo quería», admite Gilberto Colón, quien lo ayudó a buscar los trombonistas y el resto de los instrumentistas que hacían falta.
Participó y produjeron cuatro discos juntos: «Comedia», «El sabio», «Homenaje a Felipe Pirela» y «Que sentimiento».
1976
Participó de la grabación del segundo disco de Andy Harlow, luego, Kako Bastar le requirió su presencia para hacer un viaje a Panamá y California junto a Camilo «Azuquita» Argúmedez, período durante el que perfeccionó su destreza pianística.
1980 y 1990
Siguió trabajando con apariciones en varias orquestas, en las que destacaron sus tentáculos musicales al punto de inmortalizarlo en el recuerdo del público fanático de salsa.
Portador de un estilo singular en el teclado, las raíces de «El Pulpo» se aferran a la efusión percusiva de la salsa boricua de Rafael Cortijo e Ismael Rivera, de quienes aprendió las primeras melodías durante una adolescencia aderazada, además, por el boogaloo y el jazz neoyorquinos.
Consignado su desempeño en varias decenas de discos, Gilberto Colón pasa a la historia de la música afrocaribeña como uno de los trabajadores de la música más afanados en el perfeccionamiento de su técnica, aunque, de pequeño, soñaba con que ese reconocimiento le viniera por su destreza en el timbal, instrumento que, sin embargo, no llegó a tocar.
Asimismo, grabó con Ismael Quintana, Pablo Canti, se hizo director musical de Frankie Morales e hizo dos discos con él.

(extraida de Sones y Soneros, http://sonesysoneros.blogspot.com)

Caliente y sabrosa

La propuesta de

Gilberto “Pulpo” Colón

No existen mejores palabras – caliente y sabrosa – para describir la nueva propuesta musical “Hot Bread” del
pianista puertorriqueño radicado en Nueva York, Gilberto “Pulpo” Colón, Jr. Con un sonido armonioso, claro y fuerte, Colón deja plasmado su dominio entre las blancas y negras. La nueva propuesta recoge la salsa clásica, gorda; esa que “El Pulpo” vivió en los 70 y 80 junto a bravos de la época como Héctor Lavoe, Chocolate Armenteros y Kako, por mencionar algunos.

“Hot Bread” es un puente musical, no sólo por los temas, sino por lavariedad de ritmos. “Es una producción de salsa gorda con variedad”, explicó Colón. “En ese aspecto fluye porque además de esa salsa que nos mueve, encuentras un bolero, ‘Soñando con Puerto Rico’ de BobbyCapó. Esa canción a mi me encantó desde que la escuché por la orquesta de Roberto Roena. Por otro lado, los demás temas son pesados y sabrosos, como me gusta. Si el tema o canción no tiene “swing” o no invita al bailador, prefiero no tocarlos”, aseguró el pianista.
Entre los temas grabados se encuentra “Intense”, un corte rico en percusión y ritmo, compuesto por el propio “Pulpo” Colón, con la aportación de los percusionistas Chembo Corniel, Chino Nuñez, Johnny Rivero y los tambores batá de David Gómez; y ‘Clara’s Lament’, una melodía compuesta por Colón, dedicada a su esposa, que cuenta con una introducción exquisita, donde enlazan el contrabajo tocado con el arco; y el sonido del piano lleno de sentimiento. La propuesta musical es un manjar. Una línea de trombones agresiva con José Dávila, Luis Cruz y Joe González, le brinda al proyecto fuerza y potencia. Cortes de la vieja escuela como “Sonero Mayor”, grabada por Willie Colón y Héctor Lavoe, “Tirándote Flores” de Eddie Palmieri e Ismael Quintana; y “Por qué te empeñas” invitan a la retrospección de los años buenos del género. “Hace como siete años, Rafael Viera me dijo que deseaba grabarme un disco, pero en ese momento no lo tomé en serio y en verdad no estaba preparado”, admitió Colón. “Pero llegó Chris Soto – productor del CD – y me presentó una buena propuesta. Nos tomó tiempo en lo que nos sentamos y decidimos. Chris me había visto tocar con mi grupo en los clubes y sabía que el sonido de mi piano era la voz principal de mi música. Pero me planteó la idea de utilizar trombones y añadir un cantante; y aquí tenemos el resultado”, dijo Colón, quien tocó desde temprana edad con La Diferente, Pete “Conde” Rodríguez, Willie Colón y Mon Rivera, Chocolate, Kako y en uno de los sextetos que tuvo Joe Cuba, donde uno de los cantantes era Rubén Blades, en los tiempos en que Blades fue mensajero de la FANIA. Para sorpresa de muchas personas el primer interés que Colón tuvo hacia un instrumento, fue por la batería y después por la trompeta.
“Mi primera afinidad musical fue por la batería. La percusión me dominaba y me domina”, aclaró. “De la batería fui a tocar trompeta, cuando estudiaba el décimo grado. En ese momento me encontré tocando trompeta con mi compadre, Oscar Hernández – el director de la‘Spanish Harlem’ y recordado por su trayectoria con Barretto, Libre y Rubén Blades  quien además de tocar la trompeta, practicaba el piano que lo tocaba de oído ; y se me pegó también el interés por el piano”.
En su fructífera trayectoria Gilberto Colón fue director de la Charanga 76, que aunque tuvo mucho éxito desde los inicios, la charanga no era lo que le inte resaba al pianista. “El Pulpo” deseaba estar de lleno en una orquesta de salsa gorda, el ritmo que predominaba con fuerza en Nueva York y Puerto Rico.
“Tuve la oportunidad de tocar con las tres instituciones del ‘Big Band’, Tito Rodríguez, Tito Puente y Machito Grillo. Es una experiencia que jamás voy a olvidar”, señaló Colón, quien en 1975, le llegó la oportunidad de ser el pianista de Héctor Lavoe. “En una gira de Héctor Lavoe a Puerto Rico, sufrió una baja con su orquesta. Lavoe falló con sus compromisos en la Isla y los muchachos de la orquesta lo dejaron y regresaron a Nueva York.
Fue cuando Héctor grabó el disco ‘De ti depende’, que vendió más de 750,000 copias y en esa producción en el tema ‘Bandolera’, Lavoe me dio la oportunidad de ejecutar un solo de piano que dura seis minutos”, recordó.
“Hot Bread” es una excelente propuesta que brinda Colón, donde toca el piano mejor que nunca. Llena el vacío, de quienes añoran la salsa dura.

Gilberto Colon Jr. – Hot Bread

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